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En el vientre de la noche
una espuma de pájaros agita los olivos
y busco tu nombre –como siempre-
para cobijarme en él...
Porque tu nombre es la patria que habito
de una manera deshonrosa
y es una corono de flores salvajes
que protege mi sueño.
El aliento cálido de la noche
abre el vientre del beso
y lo escondo en mi ombligo
para que entres en mí
a buscar ese que soy y te lleva consigo...
La luz de la ciudad canta distancias.
Las calles son la cabalgadura del insomnio.
Y tu nombre nace de la luz
que sueña mi despertar
aferrado al sueño que aún no has soñado...
Y nos desconocemos en el tiempo que nos ha colgado arrugas de noche en los ojos.
Y nos sorprendemos en un gesto de espejo, ciego, absurdo, obstinado...
pero necesito llegar vos... o traerte... o irme... pero estar.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
En el vientre de la noche
una espuma de pájaros agita los olivos
y busco tu nombre –como siempre-
para cobijarme en él...
Porque tu nombre es la patria que habito
de una manera deshonrosa
y es una corono de flores salvajes
que protege mi sueño.
El aliento cálido de la noche
abre el vientre del beso
y lo escondo en mi ombligo
para que entres en mí
a buscar ese que soy y te lleva consigo...
La luz de la ciudad canta distancias.
Las calles son la cabalgadura del insomnio.
Y tu nombre nace de la luz
que sueña mi despertar
aferrado al sueño que aún no has soñado...
Y nos desconocemos en el tiempo que nos ha colgado arrugas de noche en los ojos.
Y nos sorprendemos en un gesto de espejo, ciego, absurdo, obstinado...
pero necesito llegar vos... o traerte... o irme... pero estar.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
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