10 ago 2009

El ombligo. (V) Y despedida, luego de tres años y mucho andar.


















“Ningún árbol me es ajeno y de todos tengo el habla.
Donde uno more yo tengo patria.”

...

Desperté de un sueño donde no había palabras,
sólo una piedra llorando.

Me recosté sobre la tierra a beber su gracia,
labio, lengua, sal su marea
abriendo mi rostro y sus ventanas.

Ciego de luz
busqué la distancia
y pronto fui cayendo,
gota sonriente,
manantial de tiempo,
lluvia -y ella-
el rostro posible de tus palabras.

...

“¿Qué podría agregar al decirte que el mundo se reduce a tres nombres y un verbo, acaso dos?

Se acerca y todo reluce.

Me tiemblan los hastíos y siento el brío de algo incomprensible.

Creo entender porqué la marea de ideas me trae recuerdos musicales, por que la música ahonda los cielos, tiene la intensidad caprichosa que tienen las cosas que no ostentan nombre y por eso ellas son lo que cada uno sea capaz de imaginar. Acaso las palabras sean un muro. Intentar el hallazgo del adjetivo sería la arrogancia total, al menos de mi parte. Tantas adjetivaciones sublimes he hallado... y a pesar de eso, me sacia pero no me basta.

Quizás por eso buscamos en las palabras lo que nos está vedado en la vida...

Quizás por eso las artes. Pero ¿quién soy yo para meter un dedo sobre esos destinos?
Yo, viejo enclaustrado, renegando de lo que me dota de vida, al menos de aquello que aún está al alcance de la mano.

Ay, Ulises, que fortuna tu silencio - pienso a veces - y me río de mí mismo. Qué insolente artificio, que estéril arrogancia... y otra vez las palabras, imperfectas ellas o torpe mi destreza, nos engañan. ¿Quién? ¿Tu nombre y lo que hay detrás o mi casi infantil intervención sobre esta página?

...

Me nace la risa desde la futilidad de esta certeza... Mi caro amigo, en tus manos queda la soberbia de ponerle nombre y un sentido a esta entrega beligerante... esta fatalidad.”

Del libro “Helmut Brodovsky. Cartas a Ulises”

...

Hasta el reencuentro y buena vida.

...

Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli











Banda de sonido del cortometraje “Pasión de los amantes”
del realizador Gabriel Piquet.

Ingrid Bulthe - Oboe
Diego Alonso - Oboe
Karina Katz - Clarinete
Elizabeth Gautin - Fagot
Luís Encina – Bajo
Diego L. Monachelli - Guitarras

3 comentarios:

moderrunner dijo...

La poesía escrita
no es País para echar raíces:

la movilidad de sus limites

el aislamiento expectante de su horizonte

la esclavitud perpetua a las palabras

Y al menos en mi caso, la insignificancia absoluta de lo escrito frente al Universo
de la poesía-sin- fin- que brota
cuando tenemos la cabeza en otra cosa;
puenteamos país secreto o reservado.


Más

el laúd quiere cuerdas,
el armonio, fuelle (instrumentos de una época sin prisa)

Un abrazo

Kosmonauta del azulejo dijo...

Ninguna despedida es definitiva. Ya nos encotraremos en algún punto del camino, la escollera, la carretera, o lo que sea.
Un abrazo y suerte, trovador.

Pedro Coiro dijo...

No cesa pero cuando se proyecta por la red tiene forma intermitente.

Abrazos, Monastreli, espero que vaya todo bien y que pronto tu bienestar se me haga extensible. ¿No tenés laburo para tres en La Rioja?
Somos un técnico de luces y maquinista, una cámarewoman y un pequeño en el vientre.
Te extraño, Diego, sin que me arropes es difícil dormir.
Besos.