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Al alba se adormeció la voz,
los ojos se sentaron sobre el sol
y la montaña con sus senos
sació la sed
a la muerte de todo lo que nace.
Al alba se adormeció la voz,
los ojos se sentaron sobre el sol
y la montaña con sus senos
sació la sed
a la muerte de todo lo que nace.
Las manos buscaron puertas
y halaron fantasmas horadados
que por dos monedas y un adiós
dejaban ver el jardín en ruinas
de un sueño que no se soñó.
Los ojos se tendieron sobre el sol.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
y halaron fantasmas horadados
que por dos monedas y un adiós
dejaban ver el jardín en ruinas
de un sueño que no se soñó.
Los ojos se tendieron sobre el sol.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
2 comentarios:
Diego! aquí navegando por tus páginas.
Increíble horizonte...cuanta luz!!
Te saluda:
Daniel.
Qué lindo que es estar en Mar del Plata.
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