16 mar 2008

La perpetuación de la imagen...


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La cómoda posición del artesano de las artes frente a un público ya convencido de lo que se le ofrece, tanto artística como políticamente, resulta en un énfasis innecesario, redundante y extendidamente inútil, a tal punto que logra la banalización del origen que motivó el movimiento en su raíz como contracorriente, sublevante, subversiva ante un hecho que se ha perpetuado mansamente y ha extendido sus fronteras, porque él sí ha modificado, renovado e inventado nuevas formas aunque su fin sea el mismo; cosa que no ha sucedido con aquellos que pretenden combatirlo u ofrecerle resistencia. Por ende se transforma, ese quehacer pretendido rebelde, en una reiteración vana y cómoda para aquellos que la ejercen sin cuestionamientos de sí mismos y su sitio, convencidos de su posición y sabiendo que no tendrán que esforzarse ni renovarse porque el público, tanto como ellos, festejan los fuegos de artificio como si de luces de guerrilla se tratara. Luces que irán a conquistar un nuevo territorio para humanizarlo, socializarlo y tantos arlos desprendidos de los ismos como sean capaces de acuñar dentro de su lánguido y deslucido paisaje. Pero lo que fueron y son incapaces de imaginar, o sordos y ciegos a las evidentes señales, es que sus imágenes muertas y anacrónicas ya han sido fagocitadas por aquel territorio que pretenden conquistar; territorio, que por cierto, con emblemas, banderas, colores y canciones, a ellos mismos a deglutido y hace décadas que los va exonerando de sus propias entrañas como evidencia y celebración de la decadencia de los invitados a ser cenados.
“La perpetuación de la imagen sin continuidad de la idea”


Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli

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