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En los labios de la noche
despertó la mañana,
y la urbe celeste escandalizada
abrió ventanas en la carne…
y en la hora del bostezo,
harta, saciada,
arrojó desde su cumbre ensangrentada,
los despojos, entrañas,
para regocijo de los hombres,
su triste materia y la nada.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
En los labios de la noche
despertó la mañana,
y la urbe celeste escandalizada
abrió ventanas en la carne…
y en la hora del bostezo,
harta, saciada,
arrojó desde su cumbre ensangrentada,
los despojos, entrañas,
para regocijo de los hombres,
su triste materia y la nada.
Fotografía - Texto: Diego L. Monachelli
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